Al igual que la idea científica revolucionaria con la que se convirtieron en sinónimo, las Islas Galápagos pueden inspirarle a pensar en forma distinta sobre el mundo. En ningún otro lugar usted puede participar en un concurso de mirarse fijo con animales salvajes y perder. No puede dejar de pensar que se ha tropezado con un universo alternativo, alguna colonia utópica extraña organizada por lobos marinos (el Golden retriever de las Galápagos) y dispuesta de acuerdo con los principios de cooperación mutua.No espere ver fauna extraña; no hay animales mitad pingüinos, mitad tortugas «pintortus» ni grandes mamíferos con aletas de tiburón. Lo que es realmente especial es esto: las criaturas que llaman hogar a las islas actúan como si los humanos no fueran nada más que paparazzi un poco molestos. Las islas han asumido una condición mitológica y su relación con Charles Darwin, el visitante más famoso, que sin duda violó varias normas en el parque al andar a caballo y comer las tortugas de Galápagos, se ha distorsionado y tornado romántica. Sin embargo, no tiene que ser un biólogo evolutivo o un ornitólogo para apreciar uno de los pocos lugares del planeta donde la huella de la presencia humana se mantiene a un mínimo.